lunes, 27 de junio de 2011

Historia de una Caminante Silenciosa (cuento)

Hubo una vez una muchacha que caminaba sola por las calles de la ciudad, no tenía destino, solo se dedicaba a dar eternos pasos hacia quién sabe dónde. Su rostro demostraba rabia y cansancio, sus ojos estaban rojos y húmedos, pues había llorado durante toda la noche anterior en su habitación. Vestía como siempre lo hacía cuando salía a dar un paseo: una polera deportiva, una chaqueta, jeans, zapatillas y un sombrero negro; sin olvidar que usaba aquella pañoleta que años atrás le regaló una persona muy especial para ella. Eran alrededor de las 13.00 hrs y la chica aún no daba señales de vida en su casa, puesto que había salido temprano en la mañana sin dar aviso a sus padres de su repentino paseo, solo se preparó su desayuno como de costumbre y se marchó. Su ruta comenzó recorriendo la antigua escuela donde cursó su Enseñanza Básica, se detuvo durante varios minutos y recordó el instante en que ingresaba por primera vez vestida de uniforme; tenía solo cuatro años y se encontraba inmensamente feliz, pues anhelaba con todo su corazón estar en ese lugar; también llevó a su mente aquellos sucesos en los que veía a sus compañeras jugar y ella se quedaba aislada, las observaba correr y saltar, mientras esta muchacha pensaba: “se divierten tanto siendo “infantiles”, no comprendo cómo no se serenan, ¿por qué no hacen lo mismo que yo…?”. La chica al recordar todos esos momentos de su niñez, cayó en la cuenta de que nunca pudo encontrar verdaderas amistades en ese lugar y hasta ahora se preguntaba el motivo de ello, siempre se alejaba de sus compañeras, porque no se sentía acorde con ellas, les producía “rechazo” en ciertas ocasiones; sin embargo, ya al cumplir trece años y estar cursando, en consecuencia, Octavo básico, al despedirse de su curso, entendió que a pesar de esa distancia que tuvo las estimó igual, lloró al abrazarlas, pues sabía que sería la última vez que las vería… Cuando terminó de recordar aquello, dio una mirada final a su antiguo colegio y dijo: “GRACIAS”, después de esto, continuó su camino.

Muy pronto llegó a su siguiente establecimiento donde cursó la Enseñanza Media, como habían unas bancas en las afueras, tomó asiento, respiró profundamente, cerró sus ojos y vinieron a su mente centenares de imágenes que la llenaron tanto de alegría como de tristeza: recuerda que el mismo suceso ocurrido durante diez años se volvía a repetir –No se sentía acorde a la generación con la que convivía-, desde Primero hasta Cuarto medio, demostró actitudes frías frente a sus compañeros, le costó en demasía hallar a personas dignas de su confianza, pues en tiempo a esta parte había sufrido grandes decepciones; le agradaba andar sola por los pasillos o sino, mirar el cielo desde la terraza mientras el viento acariciaba su cara con extrema suavidad. La chica, pronto abrió los ojos y sintió una gran nostalgia por no haber podido disfrutar su estadía en aquel lugar, percibía que algo había quedado inconcluso y a causa de ello, cayeron por sus mejillas unas cuantas lágrimas, ya que sabía de antemano que “El pasado no volverá jamás…”. Al momento de levantarse de la banca, se puso a reflexionar todo lo que en ese sitio había aprendido: memoró sobre las valiosas personas que conoció (que a pesar de no haber vuelto a tener contacto con éstas, las llevaba en su corazón), también se acordó de las lecciones que aprendió (las que no fueron pocas) y junto con ello, comprendió al fin que “muchas personas se cruzarán en tu vida, pero no todas te acompañarán hasta el final”, diciendo eso para sus adentros, secó sus lágrimas y sonrió, nuevamente dio las GRACIAS, cerrando sus ojos.

Una vez ya de pie, se dirigió a un parque en el cual podía percibir la naturaleza en toda su plenitud, no tenía planeado ir allí, (ya que como se mencionó al inicio “caminaba sin destino”, por lo que se entiende que “siguió a su corazón”). En ese lugar, se sentó apartada de las personas que ahí se encontraban y se acostó en el pasto, el que estaba frío y olía a humedad, ideal para refrescar sus pensamientos; no quiso enfocar su mente en algo específico, solo divagó respirando el aire puro de ese hermoso paisaje. Al cerrar sus ojos, volvió a sonreír agradecida por todo lo que había vivido, por todas las personas que había  conocido y por sobretodo, dio las GRACIAS por “ESTAR VIVA”. Al cabo de un rato, sintió un gran dolor en su pecho, como si alguien se lo oprimiera, le costaba trabajo respirar y se movía de un lado a otro tratando de librarse… abrió sus ojos y notó que no había nadie a su lado, sin embargo, aquel dolor continuaba aquejándola, intentó gritar, mas no hubo ni siquiera un hilo de voz que saliera de su garganta, comenzó a llorar asustada, necesitaba verdaderamente que alguien la socorriera, pero nadie fue en su ayuda… estuvo ahí durante una hora y poco a poco cesó el malestar, no podía parar de llorar por lo ocurrido, tenía horror, deseaba regresar a su hogar, a su habitación…

Cuando el atardecer llegó, la muchacha con sus ojos hinchados y rojos después de horas de llanto angustioso, salió de aquel parque pensando en lo extraño que había sido ese ataque, solo pudo recordar que justo antes de quedar sin respiración llegaron a su mente todos aquellos recuerdos donde la gente la menospreció, hirió, ofendió, golpeó y engañó, cada uno de esos acontecimientos pasados los encarnó nuevamente, sufriendo tal y como fue hace años, meses y días. Además, recordó aquella pelea que tuvo hace pocas horas, aunque más que discusión fue donde se dio cuenta que “A pesar de lo bueno o malo de las apariencias, éstas no constituyen la verdadera esencia de los sujetos”. Mientras caminaba de regreso notó que su cuerpo era más liviano que de costumbre, miró sus manos y las percibió de otro tono, uno más claro y brillante, sin tomar mucha importancia, llegó a su casa. Nadie se percató de su arribo, se asomó por una de las ventanas y vio a sus padres  llorando a mares, abrazados el uno del otro; la muchacha sin entender qué ocurría, entró a la casa y se acercó a ellos, les intentó hablar, pero ningún sonido salió de su boca, los abrazó, pero no resultó, ellos seguían llorando desconsoladamente… Sin saber el porqué estaban así, la muchacha fue al baño para lavar su rostro para despejarse después de haber estado derramando lágrimas por horas; cuando se miró al espejo no hubo cabida en su razón para traducir lo que vio: No tenía reflejo;  se mojó la cara para intentar despertar, pero no hubo resultado favorable: había perdido su reflejo; gritó de desesperación, mas nadie le escuchó, salió del tocador dando un portazo, el que sí fue oído por sus padres, quienes fueron a ver qué sucedía, hallaron una sorpresa en el piso, pues estaba el amuleto de su hija y mucha agua derramada. Los padres volvieron a reunirse en el comedor esperando noticias de su retoño. Un familiar que vivía cerca, llegó a la casa y les informó a eso de las nueve de la noche, que la chica había sido encontrada sin signos vitales en un parque muy próximo a su hogar; les explicó que su cuerpo estaba totalmente intacto, es decir, sin lesiones ni heridas, solamente “estaba como si durmiera”. Los padres estallaron una vez más en llanto, culpándose de no haberla cuidado lo suficiente y no haber exigido más información sobre su rápida salida en la mañana.

Por otro lado, la chica sentada en la escalera lloraba y escuchaba atentamente dichas declaraciones, no comprendía por qué había dejado su cuerpo allá en el parque y aún permanecía en alma, desconocía la razón de haber muerto de esa forma (posteriormente, ningún sujeto llegó a entender la verdadera causa de aquel suceso). Pues bien, al ver a sus padres salir a “reconocer el cuerpo en cuestión”, la chica se fue a su habitación a descansar, ya que estaba convencida que todo había sido un sueño y ya era hora de despertar, se acostó en su cama y comenzó a soñar: se veía en aquel parque tomando conciencia y observando a su alrededor, vio a sus padres y éstos se alegraron mucho de haberla encontrado con Vida, dieron gracias al cielo por haber sido un mal entendido todo el asunto y por el final que tuvieron los acontecimientos. Cuando la chica estaba tomada del brazo de su mamá, se empezó a marear y sentía sin fuerzas en sus piernas, perdió el equilibrio y se desmayó; un sonido muy fuerte la despertó, pero al abrir los ojos notó que estaba en su habitación y se entristeció, pues todo había sido solo un sueño.

Los padres llegaron a la casa cerca de las doce de la noche y lo único que hicieron fue acostarse llorando en silencio; la muchacha se dirigió hacia el cuarto de éstos y se sentó a la orilla de su cama, cerró sus ojos y pidió de todo corazón tener contacto con ellos en el “mundo onírico”, y así fue, les dijo: “Queridos y adorados padre y madre, tengan paz y estén en tranquilidad, yo me encuentro bien, nadie me hizo nada para quedar en este estado, si existe alguna culpable soy yo, por no haber dado aviso dónde fui y por qué lo hice, les pido perdón por causar este enorme sufrimiento, por favor mantengan la serenidad y no desesperen, pues los acompañaré por siempre…”, diciendo esto los abrazó a ambos con todo su amor y se fue a su alcoba. Volvió a tenderse en su lecho y varios pensamientos acudieron a su mente, pero el que más tuvo resonancia fue “¿Cómo lo haré ahora si mi vida terminó y sigo aquí “vagando”?; no pudo hallar respuesta a ello, por lo que se durmió nuevamente.

Una vez en el sueño, despertó encontrándose en otro lugar, donde seres vestidos con capucha blanca la fueron a buscar, ella percibía mucha paz y se emocionó por todo aquello; le condujeron por un pasillo y se detuvieron frente a una gran puerta, ahí la dejaron sola y comenzó a sentir escalofríos, no le agradaba esa habitación; de pronto, el portal se abrió lentamente y una fuerte luz se dejó ver, le encandiló su vista y de ahí no pudo ver nada más… solamente oía (ni siquiera tocar, pues era netamente cuerpo “etéreo”), por lo que al cabo de unos segundos, escuchó una voz grave que le indicó: “A partir de este instante velarás por aquellas personas que imploren tu ayuda, guiarás a quien se encuentre desorientado y sin rumbo, y darás Luz a aquel que se halle sumido en la oscuridad”; terminado eso, la chica se desmayó y al cobrar nuevamente la razón, se encontró en su alcoba, la que ahora estaba desierta, puesto que sus padres habían guardado los recuerdos de su hija en unas cajas que escondieron en los rincones del mismo cuarto. La muchacha reconoció luego de unos minutos, que podía trasladarse de un lugar a otro con el poder del pensamiento, pero no quiso hacer uso de sus facultades, a menos que sea necesario.

A partir de aquel día, la chica sale cada mañana acompañando a “su padre” cuando éste se dirige hacia su lugar de trabajo, velando por su seguridad; luego regresa a su casa a brindar compañía a  “su madre”, mientras ésta realiza las labores del hogar; ambos se han sentido reconfortados y alegres, a pesar de la gran pena que guardan en lo más profundo de sus corazones. La joven, por las tardes, deambula por todo lugar irradiando luz donde sea menester, otorga ayuda a quien se la pida (a través de “plegarías” y/o peticiones sinceras llenas de Fe), y guía a aquellos que no saben qué hacer frente a complejas disyuntivas: ella les susurra levemente pistas para que ellos mismos descifren la respuesta.

Y así continuó esta muchacha, cumpliendo su misión que no le fue permitida lograr en vida, pero si posterior a ésta, con el fin de transformarse en lo que desde un principio estaba destinada: Ser una Caminante Silenciosa.

FIN.



(Escrito el 06/06/2011)

2 comentarios:

  1. Amiga mía, no he querido comentarte esta historia puesto que lo quería hacer en persona, pero debido a que no hemos tenido la oportunidad de verlos te diré un par de cosillas =) Cuando leí esta historia me produjo una gran melancolía y no pude dejar de darme cuenta que en esta se encontraba gran parte de tu esencia. La historia me gusto mucho, cuando nos volvamos a ver hablaremos bien de esta historia, oka??? puesto que me interesó mucho =)
    Muchos cariños amiga.
    Samuel =)

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  2. Ese cuento nació en una noche de inspiración en la que no me hallaba bien, el símbolo de "La Muerte" representa "Cambio", y curiosamente, al otro día de escribirlo, me sentí totalmente diferente, pues algo en mi se había modificado... y me siento muy feliz por ello.
    Saludos Sam, cuidate.

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