Caminando junto al mar,
pasando cerca de unas rocas,
escuché a una gaviota cantar
una hermosa melodía a las olas.
El viento le hacía coros
y la arena oía atenta,
luego se unieron unos albatros
y dejaron a la mar muy contenta.
Desde el cielo las nubes
miraban el gran concierto costero;
gente de todos lugares
se acercaban para presenciar el cancionero.
El Sol los acompañó largas horas
con su luz y calor reconfortante,
al atardecer, cesaron su canto las gaviotas
y todo volvió a lo que era antes.
Un largo silencio inundó el sector
pues la Luna había llegado,
una brisa la saludó con dulzor,
y yo seguí caminando bajo el cielo estrellado.
(Escrito el 01/03/2011)
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