Se despertó con el canto de los pájaros que se posaron en su ventana. Era una mañana de Septiembre y una brisa tenue hacía mecer las nacientes hojas de los árboles. No quiso levantarse hasta que su madre la llamara, pero esto no ocurrió, pasaron los minutos y solo se percibía el silencio: "¿Dónde está?", se preguntó. Decició ponerse sus pantunflas y fue a ver lo que sucedía. Llegó a la habitación de sus padres y encontró solo un cuarto vacío. Sus ojos se llenaron de lágrimas al recordar que éstos ya no la acompañaban, se habían ido y solo le dejaron esa enorme casa en la que parecía una gota en un océano.
Luego de secarse el rostro, corrió hacia la puerta aún en pijama y gritó:
"-¡¡Oh destino cruel, que me has arrebatado a lo más preciado que tenía, me desjaste sola tal como una hoja olvidada que por causa del viento ha caído al suelo y ya no está junto a sus semejantes!!-".
Su mascota la miraba con tristeza, pues lamentaba que siendo tan pequeña le haya tocado vivir tan grande amargura. Ella observó a su alrededor y notó que todo se había detenido, no se oía ningún ruido, entonces quedó paralizada, sumida en sus pensamientos sin saber qué hacer; estuvo así por largo tiempo.
Regresó a la casa y buscó su cuaderno, en el que siempre escrbía sus emociones, sacó un lápiz y se puso a elaborar un mensaje que decía así:
"¿De qué me sirve prentender volar si no tengo alas?,
¿Para qué busco algo que sé que nunca encontraré?,
¿Por qué la confianza y el afecto que alguna vez tuve se esfumaron con la desaparición de mis padres?..."
Al terminar, cerró su libreta y la lanzó al suelo, gritó de rabia y se fue al jardín. Ahí observó a las mariposas, quiso atrapar una y en el intento, se tropezó y cayó de boca al suelo; "Lo hermoso es fugaz y cuando lo intentas retener, de alguna manera se logrará escapar" . pensó. Se levantó y fue a ver a su perro, con quien practicamente se había criado; lo abrazó y le dijo: "Eres lo único que me queda, por favor no te marches jamás de mi lado". El animal solo le lamía la mano y se echaba a sus pies, sabía en su cerebro canino que nunca la dejaría sola y en su alma, una fuerte energía le motivaba intentar darle su amor, cuidarla y protegerla, pues era parte de su misión.
Un día la chica fue a la cocina y se quiso apuñalar con un cuchillo, su perro percibió que su ama estaba en peligro, la fue a socorrer y le quitó el arma de sus manos; ella solo atinó a llorar y a abrazar a su mascota, le agradeció el haber llegado justo a tiempo. A partir de entonces, su can permanecía al lado de ella en todo momento, y con el pasar de los meses, en ambos se fue creando una nueva comunicación, pues la muchacha ya no utilizaba las palabras, solo los gestos; y su perro gemía señalando las cosas con su hocico y vista (además de sus patas). Los dos sabían que se debían dar compañía, cuidar y por sobretodo querer, entendiendo que no por ser diferente en el exterior estaban limitados a expresar su amor, por el contrario, ya que en el interior ambos eran iguales.
Una mañana de Diciembre, el perro amaneció enfermo lo que preocupó enormemente a la chiquita. Le intentó ayudar por todos los medios, pero aún así, fue en vano: su mascota ya apenas respiraba y temblaba casi agonizando; no apartaba la mirada de su ama y mediante el "Lenguaje del Amor" le dijo sus últimas palabras:
"Sophy, no te pongas triste, mi camino ha llegado hasta aquí, mas tú debes continuar. Eres una persona increíble que ha sabido luchar contra la adversidad y ha salido victoriosa. No digas que no tienes alas, porque las posees, quizás no las veas, ya que son alas hechas a base de Amor y Esperanza, y solo se logran contemplar con los ojos del alma, tal como lo hago yo.
Sophy, en mi ausencia si te caes, levántate y si vuelves a caer, límpiate el polvo y sigue en pie... No dejes que nada te impida encontrar la felicidad. Yo te cuidaré desde otro lugar, por lo que NUNCA ESTARÁS SOLA; recuerda que si me quieres ver, mírame con los ojos de tu corazón. Te quiero Sophy, jamás te olvidaré."
La pequeña abrió los ojos de su interior y pudo ver cómo un ángel salía del cuerpo de su mascota; éste le sonrió y le dijo: "¡hasta pronto!". Sophy lloró de emoción al darse cuenta que su propio perro, al que adoró con todo su ser era su Ángel Guardián, y con esto en su corazón fue corriendo a su cuarto, tomó su cuaderno y escribió:
"Cuando aprendes el "Lenguaje del Amor", todo lo demás pierde importancia. No existen diferencias externas, solo dos almas que son complementarias y forman un solo ser. Es curioso saber que no hay edad para conocer ese sentimiento ni tampoco existen límites para percibirlo. Solo puedo decir que gracias a mi perro, comprendí todo esto, pues él fue mucho más una mascota; él fue, es y será mi querido Ángel de la Guarda".
Y cerrando su libreta, la llevó junto a su corazón, miró al cielo y pronunció estas palabras: "¡¡TE AMO!!".